sábado, 7 de junio de 2014

Deducción de lo cotidiano: parte 1.

¿Qué hace falta para ser un buen deductor? Ésta es la primer pregunta que nos hacemos aquellos quienes queremos imitar el método lógico-deductivo de Sherlock Holmes. La respuesta es simple en términos de conceptos, pero muy compleja en lo que respecta a la aplicación de los mismos.

Ya se ha hablado acerca de la observación, aquella facultada por la cual somos capaces de interpretar aquello que estamos viendo, de relacionarlo con su entorno, pero sólo limitándonos al mismo, es decir, sin cometer la falta de crearle a cada evento un entorno. La clave de la deducción radica en la forma en la que observamos las cosas y, acto seguido, mediante procesos lógicosm las interrelacionamos.

Dicho esto, se plantea una nueva pregunta: ¿Cómo relacionar elementos con su contexto? Aquí es donde nuestro poder de raciocinio juega un papel fundamental: la clave es saber localizar aquellos elementos comunes que posee un evento, y considerando un marco de probabilidades, establecer una conclusión deductiva.

Aclarado este tema, podemos abarcar el uso de la deducción a lo cotidiano, tal cómo detalla el título de la entrada. Para ello, vamos a analizar algo "básico" como el análisis de una persona, cómo determinar las características de una persona sin la necesidad de conocerla.

Existen rasgos característicos en las personas, distintivos en lo particular, que pueden ser indicadores muy precisos acerca de la personalidad y la conducta de una persona, que se ven reflejados en su aspecto físico. Antes de comenzar con el análisis, es prudente aclarar que ningún razonamiento va a estar sujeto a discriminación, es decir, el análisis va a ser objetivo independientemente de la persona a la cual se lo aplique, no busco generar incomodidad ni ofensa en personas alguna. Aclarado dichos puntos, procedemos a hablar sobre el tema en cuestión, partiendo de una famosa frase:

"Las apariencias engañan."

Podemos debatir acerca de la validez o no de dicha frase, la cual tienen carácter subjetivo, pero podemos concluir que es parcialmante incorrecta: hay determinadas características que una persona puede modificar, a fin de no revelar su verdadero comportamiento, como los gestos corteses o la forma de vestir, pero existen también rasgos individuales que determinan las características de una persona, muy difíciles de modificar.

Por empezar, podemos hablar de las manos de una persona. En este momento el lector puede estar preguntándose qué significado puede tener algo tan puntual como las manos de alguien. La importancia es radical: las uñas de una persona pueden decirnos que es nerviosa, descuidada, atenta, detallista; la limpieza de las manos hablan acerca del grado de responsabilidad de uno consigo mismo, lo cual, a su vez, hablan de uno frente a cualquier situación. Basta con analizar el dedo medio de las manos para determinar si es zurda o diestra (generalmente, el uso de un elemento para escribir -lápiz, lapicera- dejan durezas en los dedos por el apoyo).

En fin, como conclusión, hay rastros evidentes de las características de las personas en su cuerpo, en sus movimientos, la clave está en observarlos y saber leerlos.